María Teresa y sus hijas Mártires
Cántico en honor de las Beatas

Cántico en honor de las Beatas

“Apresadas y llevadas a morir”

Canto de María Teresa y sus hijas Beatas Mártires de la parroquia San Pio X (Algemesí)

Apresadas (1) y llevadas a morir

Maria Teresa y sus hijas:

Josefina, María Jesús, Verónica, Felicidad

No temáis a estos verdugos

mostraos dignas de vuestra vocación

Tenemos un Rey que nos ama

la muerte no nos separará de Él

No temáis a estos verdugos (2)

mostraos dignas de vuestra vocación

Tenemos un Rey que nos ama

la muerte no nos separará de Él

El Señor Dios vela y se apiadará de nosotras (3)

El Señor Dios vela y se apiadará de nosotros

El Señor Dios vela y se apiadará de nosotros

Aquella madre (4), al ver morir a sus hijas

sufría con valor

Porque tenía la esperanza puesta en el Señor

Porque tenía la esperanza puesta en el Señor

¡Ánimo!, ¡Ánimo!. Apiadaos de mí…, mirad al cielo (5)

¡Ánimo!, ¡Ánimo!. Apiadaos de mí…, mirad al cielo

Mirad al cielo

Cántico basado en “El martirio de los siete hermanos”   

2º Libro de los Macabeos capitulo 7
(1) 2 Mcb 7,1 (2) 2 Mcb 7,29 (3) 2 Mcb 7,6 (4) 2 Mcb 7,20b (5) 2 Mcb 7,28
En negrita CANTA EL PUEBLO

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Acordes

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rev.2018

Historia del Canto

Después de la beatificación de las mártires de la parroquia San Pio X de Algemesí (Valencia) en el 2001, en la parroquia muchos fieles pidieron poder cantar algún himno en su honor.  El párroco José Luis Cuesta, realizó diferentes consultas con varios feligreses que puedan colaborar en la idea. Surgió en un principio una letra, a la que dos salmistas de la parroquia ponen una música, componiendo un primer himno que ha quedado en la espera de ser cantado.

En el verano de 2003 se une a estos dos salmistas un presbítero diocesano en misión, originario de la parroquia. Aporta todo el espíritu de la evangelización y plantea tomar como modelo el martirio de los Macabeos y su madre, pues tal modelo había sido subrayado por el Papa Pio XII al conocer el relato del martirio de la familia Masiá. Deciden componer un nuevo himno a partir de esta nueva propuesta y ver cuál de los dos realmente es el que surge con más fuerza a nivel de música, de letra, etc.

Durante alrededor de una docena de sesiones, las tres personas se reúnen para componer un texto en base al pasaje bíblico de los Macabeos y los momentos críticos del martirio de estas monjas y su madre, donde la música pudiera ensalzar cada uno de las frases elegidas. En estas sesiones de creación musical y elección del contenido del canto, se comentó cómo fueron aquellos momentos, qué supusieron tanto para las monjas como para la madre los momentos previos, la encarcelación, y sobre todo la extorsión psíquica a la que se vieron sometidas para intentar despojarlas de su condición y renunciar a su dignidad.

Fue impresionante como se producía un paralelismo entre la misma vivencia de los Macabeos, por no someterse y perder su condición respecto a Nabucodonosor, y los momentos vividos por estas mártires. Además, desde un punto existencial, viendo el amor de Dios en la historia de las personas, y desde la experiencia personal de Cristo de los que allí estaban creando este canto, se orientaron las frases claves del canto hacia la fe, la esperanza y el amor a Dios por encima de todo, incluso de la propia vida, a semejanza de estas mártires que entregaron su vida por amor a Cristo.

Siempre se avanzaba tanto en la elección del texto como de la música por consenso de los tres que formaban el grupo creador, signo de la comunión y en base a la inspiración de cualquiera de los tres, con amplia experiencia en la salmodia de himnos, salmos y cánticos inspirados.

En una de las sesiones, en la casa donde se reunían estas tres personas, cantando el canto ya en su fase final, resonaba en las casas de al lado, donde se preguntaban los vecinos qué canto tan precioso se estaba cantando. En todo momento se ha visto como con facilidad iban apareciendo las frases y los tonos musicales para dar importancia y conseguir que fuera completándose el canto. También el orden de la letra, los diferentes párrafos que tiene el canto y el mensaje catequético de los mismos. Este grupo de personas hicieron entrega de este canto en unas vísperas solemnes en la parroquia el día de la festividad de las mártires.

Durante las principales celebraciones en la vida parroquial se fue cantando, y en las

diferentes comunidades parroquiales también comenzó a ser una oración utilizada para

llegar al alma de los fieles con la vida de estas mártires. Finalmente se hizo la presentación a nivel de toda la comunidad arciprestal de Algemesí el día de los traslados en procesión de los restos de las mártires a la nueva parroquia de San Pío X. En esta gran ceremonia que comenzó en la basílica de San Jaime Apóstol, el canto fue ensayado durante la acogida de los fieles, religiosos y religiosas venidas sobre todo de la orden de las Monjas Capuchinas (desde Alicante). Y proclamado y cantado en la celebración de vísperas con que comenzaba ese traslado.

Se ha querido mantener el anonimato de las personas que formaron este grupo de composición del canto, para entregarlo sin mérito alguno a la comunidad parroquial, y que sea ésta la que, en acción de gracias por la sangre derramada por estas mártires ofrezca este himno.

El mensaje catequético de estas mártires

Veamos las partes de este canto:

“Apresadas y llevadas a morir”.

Con este título se resume el momento histórico y el acontecimiento, que no de muerte, sino de vida eterna representa para un cristiano cuando le llega el momento del martirio. Es un canto basado en el martirio de los Macabeos, donde su madre les anima en ese momento de sufrimiento, al igual que María Teresa, que no permitió dejar solas a sus hijas y las acompañó diciendo que donde iban sus hijas iba ella. He aquí que María Teresa, como nueva madre de los Macabeos, en este canto habla exhorta: “No temáis…”

“Maria Teresa y sus hijas: Josefina, Maria Jesús, Verónica y Felicidad”.

En este canto se recita cada uno de los nombres de ellas. Porque el nombre es lo más importante para una persona y cuando queremos a alguien lo llamamos por su nombre. Es lo que a la persona le gusta más oír, que hablen bien de él, que digan su nombre. También Dios llama por el nombre a cada uno de sus elegidos, Abraham, Moisés, y hace con ellos una historia impresionante.

“No temáis a estos verdugos, mostraos dignas de vuestra vocación”.

Habla la madre, la nueva madre de los Macabeos, que anima y fortalece en los momentos de sufrimiento. La dignidad de la vocación cristiana es presentada aquí en este momento donde es probada la fe; esto supone todo un sentimiento de firmeza ante la muerte. Ser dignos, para nosotros como cristianos, representa un conjunto de cosas, desde el hablar, el vestir, el actuar, etc.…esta dignidad a la que estamos llamados será probada.

“Tenemos un rey que nos ama”.

Frente al Rey Nabucodonosor que exigía el sometimiento, que exigía ser servido, aparece un Rey que sirve y que se da él mismo, Cristo, que ha dado la vida por nosotros, y que ha mostrado el camino del amor: dar la vida.

“La muerte no nos separara de él”.

Esta es la fe que salva. Y en el momento de la muerte no se resisten al mal. Por eso es más importante estar con Dios que la propia vida. Porque la muerte y el miedo a morir nos hace estar sometidos de por vida a esclavitud, es decir, a no vivir para la libertad de los hijos de Dios.

“El Señor Dios vela y se apiadará de nosotras,
El Señor Dios vela y se apiadará de nosotros,
El Señor Dios vela y se apiadará de nosotros.”

La primera frase cantada en voz baja, sugiere algo que conoce poca gente. Ciertamente solo los cristianos conocen que Dios vela ante el sufrimiento, la privación, la persecución, etc. En la siguientes frases se canta “nosotros” porque nos asociamos el sufrimiento de las mártires. Va subiendo el tono cantando más alto, como signo de que la misión del cristiano es pregonarlo lo más alto, como la luz del candil se pone en lo alto de la casa, no debajo de la mesa.

“Aquella madre, al ver morir a sus hijas sufría con valor, porque tenía la esperanza puesta en el Señor”.

Sólo es posible sufrir con valor si se tiene una esperanza cierta.

“Animo, Animo, apiadaos de mí, mirad al cielo”.

“Ánimo”, como “alma» en valenciano, anima el sitio donde nos habla Dios. Ten animo significa ten vida, ten alma. Les pide que se apiaden de ella, para que no hagan inútil toda la fe trasmitida. Como San Esteban, el primer mártir que miraba al cielo, también en esta visión se ve el destino: la vida eterna.

Catequesis presentación del Canto – Noviembre 2003 -Vicente Egea-

Yo tenia que presentar la figura de estas mártires, Maria Teresa, Josefa, María Jesús, Verónica y Felicidad. Ojalá que realmente estas hermanas nuestras puedan ser próximas a nuestra vida. Y no es por casualidad que estén en esta parroquia, y no es por casualidad que esta parroquia haya sentido una llamada desde el principio a poder vivir en comunidad, a poder vivir fieles a la iglesia, en familia numerosa, abiertos a la vida, como esta familia. Esta familia es igual, un matrimonio donde nacen 9 hijos, una religiosa, dos mueren pequeñas, después las cuatro religiosas, después la madre de Don Juan, y el padre Serafín (el único hijo varón, religioso capuchino). Hay una proximidad, nos halaga el corazón que son próximas a nosotros.

En esta presentación yo lo que no quisiera es contar una historia. Hay un libro que ya la recoge. Simplemente manifestaros lo que es el milagro de la vida. Recuerdo el día que exhumaron las cajas que contenían los restos, que estaban en la parroquia. Fue una evidencia de una celebración alegre, de una celebración estando en el cielo. Allí no habitaba la muerte, habitaba la vida, y de hecho el postulador dijo «esto es una celebración de vida, y de vida eterna».

Porque nuestra vida tiene sentido si aparece la vida eterna. Tu puedes dar a luz hijos para la vida eterna, y puedes perder tu vida porque está la vida eterna. Y si no, estamos abortando la fe. Estamos haciendo «inútil», por decirlo de alguna manera, esa fuerza derramada sólo por amor, sólo por gracia, porque son impresionantes, y emociona ver de lo que es capaz la fe, el poder creer, el poder sentirse como hijos de Dios. El poder verte próximo a Jesús en tu vida, aunque seas un deshecho, aunque seas lo que seas, aunque estés desesperado, aunque no creas en muchos momentos de tu existencia por ser débil y pecador. Tal como somos, allí aparece la gloria de Dios y la cruz. Jesucristo es capaz de poder entregarse y dar la vida, desafiar la muerte cara a cara, mirar la muerte contemplándola como una victoria, como en el momento del martirio la madre diciendo a sus hijas: esto es un momento, el cielo es para siempre. Decía Santa Teresa: esta vida es una mala noche en una mala posada.

Bueno, pues esta madre, María Teresa, tenía mucho interés por que sus hijos nacieran y crecieran dentro de la Iglesia. Se decía de ella:

… su madre, temerosa de Dios y consciente de la importante misión de formar cristianamente a la familia, las llevó personalmente a la escuela de perfección de Josefa Naval Girbés, conocida como la “Señora Pepa”, cuya doctrina le gustaba escuchar y cuyo espíritu quería para sí y para su hijas.

Ya las llevaba… como tu estas llamado a llevar la santidad de Dios, no la tuya. Pues tú eres imperfecto, pecador, débil, que la fastidiamos todos los días, que tenemos una palabra fuerte que entra, que no somos capaces de callar, que no somos capaces de querer a nuestros hijos, que no somos capaces de perdonar a nuestros padres, que todo son reproches. Teniendo la luz del Espíritu Santo como tú y yo la hemos tenido, nuestros hijos están creciendo a la sombra de esta cruz y al amparo de estas mártires, dentro de su iglesia. Por que hemos de saber una cosa: que en los umbrales de la Iglesia, aunque seas un desecho, se puede vivir, puedes vivir. Ahora mismo los que estamos aquí, estaríamos fuera, nos destruiríamos unos a otros, porque somos así. Bueno, pues, la alegría es poder ver esto.

Esta santa mujer iba viviendo todo bajo la palabra de Dios, conforme tú y yo la tenemos. Una palabra de Dios próxima, que nos corrige, que nos reprende, que nos enseña, que nos educa, que nos halaga, que nos hace sentirnos hijos de Dios. Y esta es la experiencia de estas mártires, esa es la riqueza: que han descubierto un amor, han descubierto la vida eterna que existe. Y eso es a lo que estamos llamados, a disfrutarlo. ¿Cómo? Pues de una manera muy sencilla: como esta santa mujer, a vivir cerca de la Iglesia, a cumplir la misión con la que todo cristiano está llamado a ser servidor de los demás.

Y por eso, en esta noche es importante hablar de la vida en parroquia. No deberíamos quedarnos ninguno sin estar trabajando, dejando la vida voluntariamente en la catequesis, en la evangelización, en las visitas a enfermos, en caritas, ayudando al P. Amadeo en la hoja del “Aleluya”, en lo que sea, con gozo y alegría. Para poder así ayudar a aquellos que tienen la fe más débil que nosotros; aquellos, como cualquier fiel, si tu no le ayudas a subir cuatro escalones, no podrá escuchar la palabra de Dios. Si tú se la sirves, si tú le ayudas, estas viviendo y deseando a Jesús, que es el único amor, al igual que ellas. El único amor que está resucitado es el de Jesús. Ni el del hombre a la mujer, ni el de la mujer al hombre, ni el de los hijos ni el de los padres: el único que está resucitado y que te hace mirar al cielo como miraban ellas, es este amor, no hay ningún otro. Poder entrar ahí, poder ver que no es monstruoso tener fe.

Sólo deciros una palabra concreta, que a mi me han enseñado. ¿Cómo una madre ve a sus cuatro hijas nacidas de su seno, y es capaz de decirles desde la fe: «no temas hijas mías- les dice animándolas- esto es cuestión de un momento y enseguida al cielo? Por eso podemos cantar, disfrutando aquello que nos han regalado. Y que en el martirio del día a día, como ella; ¿qué crees, que estar embarazada y que tengas que ir con los hijos …no es un martirio? Y su padre… lo que dirían de ellos.

Esto nos tiene que dar ansias para poder decir al Señor: “Aquí estoy, Señor, para cumplir tu voluntad”.